Descripción de la Isla del conocimiento, ubicada en el mar de la ignorancia.
“Una imagen vale más que mil palabras”, y si se trata de una imagen mental… ¡mejor aún!, puesto que nos facilita la aprehensión de modelos explicativos de problemas complejos (1). A lo largo del Seminario Doctoral que hemos tenido la oportunidad de facilitar recientemente relativo a la “Movilización de conocimiento entre la universidad y la sociedad” hemos sido testigos, una vez más, de las dificultades que tenemos en nuestro medio para la colaboración, no hemos desarrollado una “cultura colaborativa” en nuestro sistema educativo. Probablemente, esa falta, esa competencia no desarrollada, se vea reflejada en el comportamiento general de nuestra sociedad.
Una manera de “ver” el problema y ubicarlo con precisión es con la siguiente descripción de la “Isla del conocimiento”, ubicada en el “Mar de la ignorancia y donde se encuentra “Puebloperdido”, población que cuenta con un centro educativo que ha realizado expediciones y desarrollado el levantamiento topográfico de la isla. Lo que sigue es una descripción rápida de sus hallazgos:
La isla del conocimiento consiste básicamente de tres grandes áreas: la primera, cercana a la costa es la de la “llanura del individualismo”, espacios amplios y libres, donde el que lo recorre siente que puede ir a donde quiera, como quiera y cuando quiera. Lugares donde nada te hace sombra y donde es solo natural que surjan coplas como la siguiente (2):
“Sobre los llanos la palma / Sobre la palma los cielos / Sobre mi caballo yo / Y sobre yo mi sombrero.” –
Sin embargo, el incidente geográfico más impresionante de la Isla del Conocimiento es, indudablemente, el conocido como “Las montañas de la organización”, un conjunto de estructuras de piedra antigua, carvadas por el tiempo, donde el que las habita conoce su exacto lugar en las mismas y sueña, a pesar de las obvias dificultades, con desplazarse en movimientos siempre ascendentes por los diferentes escalones. A diferencia de las llanuras del individualismo, aquí el movimiento no puede ser decidido por cada habitante y hasta las tareas a realizar son cuidadosamente definidas por “la estructura”. Sin embargo, la atracción que ejerce la montaña hace que muchos habitantes de la isla estén dispuestos a entregar su independencia y libertad de acción con tal de lograr la seguridad y honores que aguardan a los que logran escalar las alturas.
El problema para ir de la llanura del conocimiento a las montañas de la organización en forma exitosa lo representa la existencia, en el espacio que las separa, de “El atascadero de la colaboración”. El atascadero, palabra con la que también se conoce a las ciénagas, actúa como obstáculo o impedimento al tránsito exitoso desde la individualidad cálida y arrogante hacia la organización, fría y especializada. Para el individuo acostumbrado a trabajar aisladamente, sin penosas comparaciones con sus iguales, y sin haber aprendido a construir cosas más grandes que él mismo, se hace casi imposible enfrentar la complejidad de la organización en forma exitosa, generándose el fenómeno de “la insularidad (3)” que no es más que tratar de reproducir la isla del conocimiento en cada pequeña montaña de la organización, para poder tener su pequeña llanura donde campear libremente y poder sentir nuevamente aquello de “sobre yo mi sombrero”.
La única forma de vencer el atascadero de la colaboración es secando el pantano que lo genera, y para eso es básico cambiar la cultura de autoritaria a colaborativa; para lograrlo, un gran apoyo lo es, sin duda, la inserción de tecnologías digitales para “aprender a colaborar”, de manera que podamos circular libremente entre la llanura y la montaña sin que ello signifiquen traumas y frustraciones. Pero no es sencillo cambiar culturas, y eso lo reconocen todos los que logran atravesar el pantano.

2.- http://tierrallana.blogspot.com/2010/08/los-llaneros-y-su-musica.html
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