¿Vivimos en el seno de una cultura que no cree o conoce la colaboración?

Buenas.
En mi opinión, cualquier condicionante cultural que pudiera afectar a una organización para el logro de su cometido, es perfectamente superable por la fuerza y la calidad de los líderes de esa organización. Así, no creo que haya limitaciones esenciales en cuanto a Cultura para lograr un espíritu colaborativo que, como herramienta y modo de trabajar, sea suficiente, sino que, más bien, cualquier limitación es debida a las eventuales carencias de un liderazgo que sea capaz de coaligar y alinear intereses y esfuerzos para una realización armonizada y compartida.
Es mi experiencia.

De acuerdo con Enzo, el liderazgo es importante.

Para el desarrollo de la investigación colaborativa se requiere la interacción entre investigadores que comparten líneas o proyectos de investigación, que además se vinculan con los actores claves en las comunidades o los espacios sociales donde se realicen las investigaciones. Es uno de los grandes desafíos en estos tiempos complejos, para las instituciones generadoras de conocimientos: ampliar su campo de acción e interacción y redefinir la visión individual y local convencional. Ello sin duda, requiere de un cambio de las culturas académica y organizacional y, como lo plantea Enzo Pitari, de liderazgos capaces de asumir estos desafíos, comprometidos con la visión compartida de construir un paradigma colaborativo y en red. La colaboración no es un manera de hacer ciencia unidireccional, es decir, universidades «colaboran» con la sociedad aportando conocimientos y guiando procesos (¿modelo planteado en la Ley de Universidades?). El paradigma colaborativo consiste en la interacción permanente para la movilización de conocimiento en la sociedad, como se ha ido trabajando en este medio de la Fundación Interconectados. Algunas experiencias de investigación y servicio comunitario pueden analizarse desde esta perspectiva. En el paradigma colaborativo es esencial la incorporación y uso de las TICs, como herramientas que contribuyen en la construcción de redes de relaciones de la comunidad académica y el entorno social, en ámbitos locales, regionales y globales. Es un camino largo y complicado a transitar, para lo cual se requiere de voluntad, disposición, proyectos y políticas académicas que impulsen una nueva manera de construir y difundir el conocimiento científico.

Todo depende de las reglas de evaluación de la instituciones académicas.
En muchas de ellas durante años simplemente estaba prohibido colaborar.
La regla debería ser, si Ud. no colabora, no avanza y no obtiene financiamiento.
Solo que esto implica Gerencia, concepto ausente de muchas de nuestras instituciones educativas y de investigación.
Como un ejemplo, ya hace años trabajé en México. En aquellos tiempos México quería duplicar la plantilla de investigadores en 5 años. Facilito, Ud. no podía presentar un proyecto de investigación que no incluyera mínimo una beca de doctorado, presupuesto que era inamovible. Publicar un artículo con un estudiante tenía más valor que publicarlo solo.
Claro, esto enfrenta la concepción que imperó durante muchos años de ver al país como una taquilla de cobro, concepto que todavía vociferan algunos por ahí, pidiendo «real» para ciencia a grito limpio, sin proponer más nada.