Sobre nuestras universidades e institutos de investigación
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Diógenes Infante Herrera*
«Venezuela no es un país,
es una taquilla de cobro»
-Emilio Lovera-
Yo tengo un doctorado de la hoy Université Paris-Saclay en Francia. Cuando terminé mi doctorado, realicé dos postdoctorados en USA. El primero con el Roche Institute of Molecular Biology, de la empresa farmacéutica Roche, y el segundo en Memorial Sloan-Kettering Cancer Center, en la ciudad de Nueva York.
El RIMB estaba considerado en su tiempo como la quinta institución científica en su área en USA, tenía Premios Nóbel en su directiva.
Un detalle importante sobre su creación. En 1968 la Gerencia de Roche llegó a la conclusión de que la Biología Molecular iba a sustituir a la Química como fuente de nuevos medicamentos, por lo que era el interés de la compañía de promocionarla y comenzar a adquirir experiencia en ese campo.
Hay que recordar que la explosión de la Biología Molecular empezó en 1970 cuando se aisló la primera enzima de restricción, BamH1, y que el primer ADN recombinante fue creado en 1973. A raíz de ese interés la compañía fundó dos institutos, El RIMB en Nutley, NJ, USA y un instituto de inmunología en Basilea, Suiza, sede central de la compañía.
Es el caso que cuando estaba en Roche compartía mi casa con un mexicano, Marco González. Un día, mientras comíamos una «bandeja paisa» en un restaurante colombiano en Newark, se me ocurrió preguntarle cuál era la diferencia que había entre México y USA, que convertía a uno en una superpotencia y al otro en un país subdesarrollado. Creo que terminamos nuestras bandejas sin llegar a ninguna conclusión.
Cuando terminé mi postdoctorado en Roche pasé al Memorial Sloan Kettering Cancer Center, en Manhattan.
Estando en MSKCC fui testigo de la inauguración de un gigantesco edificio de laboratorios, el Kettering Building, a un costo de $130 millones, financiados en parte por la familia Rockefeller. Hoy es conocido como el Rockefeller Research Laboratory.
Cuando terminé mis postdoctorados decidí regresar a Venezuela, logrando ingresar al IVIC a montar un programa de investigación en Biotecnología Agrícola. Quisiera destacar que fui contratado especialmente para eso por la entonces directiva del IVIC, para lo cual me asignaron un edificio que tenía 5 años abandonado, producto de la mudanza del Instituto de Ingeniería a una nueva sede.
Mentalidad del subdesarrollo
Durante la primera mañana de mi estadía en el IVIC obtuve la respuesta a mi pregunta a Marco González: la diferencia entre el desarrollo y el subdesarrollo está en la mentalidad de la gente.
Mi experiencia posterior con ese instituto corroboró mi apreciación inicial.
Muchos investigadores del IVIC estaban haciendo ciencia con unos 10-20 años de retraso, pero con una mentalidad, y un ego de autosuficiencia, que les impedía ver la realidad que vivían, mucho menos tomar los correctivos para corregir las muchas deficiencias que yo encontré.
La peor era no solo su total desvinculación con la ciencia moderna, sino con la realidad del país, y muchísimo menos con el aparato productivo nacional.
Para iniciar mis funciones escribí un extenso y muy completo proyecto de un Centro de Biotecnología al programa BID-Conicit I, que en esa época estaba dirigido por un profesor de la Facultad de Agronomía de la UCV y un profesor de Veterinaria de la UCLA. Nunca recibí respuesta.
Otra cosa que logré fue interesar a la Corporación Andina de Fomento (CAF) que en aquellos tiempos tenía un programa de financiamiento para el desarrollo de la Biotecnología en la región. Después de muchas gestiones, que incluyeron escribir una muy completa propuesta para el desarrollo de un Centro de Biotecnología en el IVIC, el Núcleo Experimental de Biotecnología Agrícola, NEBA, el representante de la CAF se presentó en el IVIC con una lista de proyectos y un cheque de US$2 millones para financiarlos.
A mí, que hice las gestiones y escribí el proyecto, no me invitaron a la reunión y en la misma, a grito limpio corrieron al representante de la CAF, con el argumento que a ellos, los investigadores del IVIC, nadie les decía lo que tenían que investigar. Que entregara el cheque y se largara, lo cual por supuesto no ocurrió.
El día que me echaron del IVIC, porque me echaron como si yo fuera un delincuente, al llegar a la Panamericana pude escuchar en la radio un programa de la Fundación Tecnoconsult, Descubriendo Valores, dedicado a mí. Extraña situación.
Para terminar la historia, al NEBA lo cerraron y botaron a todos los que allí laboraban.
Eso sí, todo fue en nombre de la excelencia y defensa acérrima de los valores académicos, que supuestamente imperaban en dicho instituto.
Todavía andan por ahí algunos de los responsables de esos desmanes pidiendo real para la ciencia venezolana a grito limpio, pero sin dar ni una sola idea de cómo desarrollar la ciencia en el país.
¿Y la universidad pública venezolana?
Igual pasa con la universidad pública venezolana.
Para nadie es un secreto que la universidad pública venezolana está en crisis.
Esta crisis está asociada con un modelo donde el estado venezolano financiaba generosamente nuestras universidades, lo cual ciertamente permitió convertir a la educación superior en un mecanismo de superación y promoción social, además de impulsar el desarrollo económico del país, formando profesionales de excelente calidad. Sin embargo, este financiamiento ya no existe, ya que la caída de la renta petrolera, independientemente de las causas, no permite los generosos financiamientos de antaño.
Ahora, ¿Cuál ha sido la respuesta de nuestras universidades públicas?
En la Universidad Simón Bolívar tienen más de un año discutiendo la elección de autoridades, como si eso fuera a resolver alguno de los múltiples problemas que presenta dicha casa de estudios. Me retiré de los foros donde se discutía de manera acalorada el sujeto de la elección, después de que nunca vi una sola idea de cómo mejorar la universidad. Ni una.
En la Universidad Central de Venezuela, tuve una breve pero acalorada discusión en la Red X (Twitter) con un recalcitrante que andaba vociferando su defensa de la autonomía universitaria, otro de los mitos de nuestras universidades, y cuyo único significado es que me tienen que financiar generosamente para hacer lo que me gana, sin rendirle cuentas a nadie.
La autonomía universitaria fue concebida como un medio para proteger la integridad académica y la libertad de expresión en las universidades. Sin embargo, en la práctica, sirve para justificar la resistencia al cambio y a la falta de rendición de cuentas. Esto se traduce en planes de estudio que se mantienen estáticos a pesar de las transformaciones en el conocimiento y la aparición de nuevas tecnologías.
La autonomía también puede ser utilizada como un pretexto para mantener estructuras obsoletas y prácticas académicas ineficientes. Esto no solo afecta la calidad de la educación, sino que también puede contribuir a la burocracia innecesaria y la falta de transparencia en la gestión universitaria.
Prácticas obsoletas
Pongo un ejemplo: en la Facultad de Farmacia de la UCV se siguen produciendo anticuerpos utilizando caballos.
César Milstein y Georges Köhler, junto con Niels Jerne, ganaron el Premio Nóbel de Medicina y Fisiología en 1984, por su descubrimiento de los anticuerpos monoclonales, publicados originalmente en 1975.
Los monoclonales son un método mucho más seguro y eficiente de producir anticuerpos. Hoy en día se utilizan en muchas terapias de cáncer.
A comienzos de los 90 se empezaron a producir anticuerpos utilizando el Despliegue de Fagos (Phage Display), un método in vitro mucho mejor, y últimamente se han utilizado Gallinas y sobre todo Llamas, cuyos anticuerpos son superiores a los de caballo, incluso que los de humanos.
Es decir que en la Facultad de Farmacia siguen utilizando una tecnología superada hace 50 años.
¿Puede entonces la industria farmacéutica venezolana recibir apoyo técnico de la UCV?
Este apoyo podría ser una importante fuente de ingresos para esa casa de estudios, como ocurre en muchos países desarrollados.
Nos encontramos entonces con que tenemos un modelo que desde hace años entró en crisis, y cuyos responsables no tienen ninguna solución, peor aún, son incapaces de entender cuál es la crisis que los afecta y entonces plantearse la necesidad de buscar alguna solución.
La pregunta es ¿cuál debe ser el modelo universitario que debe sustituir al obsoleto modelo actual?
La educación universitaria en Venezuela ha enfrentado desafíos significativos en las últimas décadas, y uno de los problemas más apremiantes que afectan a las instituciones de educación superior en el país es la actualización curricular. Este aspecto es fundamental para el desarrollo de un sistema de educación superior de calidad, que pueda responder a las necesidades cambiantes de la sociedad, promover la innovación y la excelencia académica. Es algo esencial para mantenerse al día con los avances globales en tecnología y educación.
Del modelo del profesor al modelo del estudiante
La actualización curricular se refiere a la revisión y adaptación constante de los planes de estudio de las universidades para mantenerlos relevantes y alineados con las demandas del mercado laboral y las tendencias globales en educación. En el contexto venezolano, este proceso se ha visto obstaculizado por una serie de factores, siendo los más notables la burocracia y la regulación excesiva, que han obstruido la flexibilidad necesaria para adaptar rápidamente los planes de estudio.
Venezuela está en una transición de una economía soportada generosamente por la renta petrolera, donde el petróleo subsidiaba todo, a una economía basada en la productividad y el conocimiento.
Pero esta economía necesariamente necesita del apoyo tecnológico que permita la innovación y la solución a los innumerables retos a que nos enfrentamos.
Sin embargo, esta necesidad de apoyo se topa en muchos casos con la obsolescencia de los programas de estudios y las investigaciones de nuestras universidades.
Necesitamos entre otras cosas cambiar el modelo actual de la educación superior basado en el profesor, a un modelo basado en el estudiante.
En el modelo basado en el profesor los cursos son dictados porque cada profesor piensa que él o ella, es muy importante y por lo tanto su curso debe estar incluido en el programa de estudios.
En el modelo basado en el estudiante, primeramente defino cuál es la necesidad que tengo y a partir de esa definición establecer cuáles deben ser los cursos que deben ser dictados.
Por ejemplo, necesitamos modernizar nuestra agricultura y ser capaces de producir los alimentos que consumimos.
Precisamos entonces en una modernización acelerada de esta actividad, que debe ser capaz de suministrar alimentos a la población nacional y crear excedentes para la exportación, para lo cual debemos cumplir con las muy estrictas normas que imponen los principales mercados mundiales de los productos agrícolas.
Vivimos en la época de la llamada Cuarta Revolución Industrial, basada en la Biología, la Electrónica y la Inteligencia Artificial.
Esta revolución se topa, o mejor dicho se estrella, en Venezuela con la obsolescencia de los programas de estudio de las Escuelas de Biología del país.
Por ejemplo, el programa de estudios de la Carrera de Biología de la USB no ha cambiado desde los años 70, cuando se inició esta carrera.
Las ciencias biológicas del Siglo XXI son conceptualmente diferentes a las de los años 70 del siglo pasado, notablemente pasaron del enfoque cartesiano del investigador isla, estudiando los problemas desde una visión reduccionista, a la ciencia moderna basada en datos y en la interacción de diversas disciplinas para abordar cualquier investigación.
¿Puede entonces la USB servir de pilar a la implementación de la Agricultura 4.0?
Por ejemplo, un importante tópico actual es la Fotobiología, los efectos de las distintas fuentes luminosas en las plantas.
Estos efectos pueden ser estudiados hoy en día y aplicados utilizando lámparas LED, que se pueden fabricar con espectros luminosos específicos desde el UV hasta el Infrarrojo.
La Fotobiología, junto con otras disciplinas y los dispositivos conectados al Internet, ha permitido incrementar la productividad de la agricultura hasta 300 veces, comparada con la agricultura tradicional.
Esto no me lo imagino, en Biofarm en Caracas, hemos logrado aumentar la productividad para las hortalizas verdes 175 veces, pasando de 2 kg/m2 a 301 Kg/m2 por año en el caso de las lechugas. Todavía nos falta.
Pero resulta que cada vez que necesitamos personal, especialmente especialistas en ciencias biológicas o del agro, no encontramos a nadie con el perfil correcto. Esto nos ha ocurrido una y otra vez.
Universidad, estado y empresa
Ya que hablamos de agricultura pongamos el ejemplo de la Universidad de Wageningen, en los Países Bajos.
Los Países Bajos son el segundo exportador de productos agrícolas a nivel mundial, después de USA, que es un país 300 veces más grande. Esta impresionante capacidad de exportar está basada en la utilización de las más modernas tecnologías para la producción agrícola, tecnologías desarrolladas en buena parte por la universidad.
La universidad tiene la mitad de su presupuesto financiado por el Gobierno de los Países Bajos, la otra mitad viene de proyectos con la agroindustria holandesa y de todo el mundo. Muy notablemente tiene una facultad de chinos, concebida y financiada por el Gobierno Chino, donde China pone la plata y los estudiantes y la Universidad de Wageningen los profesores y la experiencia.
Wageningen durante los últimos 6 años ha sido declarada la universidad más sostenible del mundo.
Para terminar, las autoridades universitarias no son electas por la comunidad.
Este es otro de los mitos que hay que acabar en Venezuela.
A manera de conclusión.
A raíz de observar la experiencia en MSKCC de cómo se financiaba la ciencia en USA, pretendí trasladarla a mi universidad en Venezuela, la USB, para lo cual cuando todavía estaba allá escribí un dossier con el planteamiento de buscar financiamiento para montar un Centro de Biotecnología, que le hice llegar al entonces Director de la División de Ciencias Biológicas. Nunca recibí respuesta.
Recientemente he participado en las discusiones para la creación del Colegio de Biólogos, que terminó con una asamblea realizada un sábado en la Facultad de Ciencias de la UCV.
El segundo tópico de la agenda era discutir la historia de la Escuela de Biología de la UCV. No creo que discutir esa historia ayude en nada a mejorar la enseñanza de la Biología en el país.
La ASOVAC de este año está dedicada a los 70 años del descubrimiento de la estructura del ADN. Otro tema absolutamente irrelevante hoy en día.
Finalmente, necesitamos dejar de mirar el pasado y comenzar a mirar el futuro, de manera de saber dónde apoyarnos para lograr avanzar.
(*) Diógenes Infante tiene una Licenciatura en Biología de la Universidad Simón Bolívar, una Maestría y un Doctorado de la Universidad París-Saclay, en Francia; así como dos postdoctorados en USA, con el Roche Institute of Molecular Biology en NJ y Memorial Sloan-Kettering Cancer Center en la ciudad de Nueva York.
En Venezuela ha creado dos institutos de Biotecnología Agrícola, el Núcleo Experimental de Biotecnología Agrícola en el IVIC y el Centro Nacional de Biotecnología Agrícola en el IDEA. Ha sido asesor del Gobierno de Venezuela, del BID, de la FAO y del Gobierno de Ecuador en temas de Biotecnología Agrícola.
Actualmente se desempeña como Director de I+D+i de Agrícola Biofarm C.A., la primera granja urbana vertical climáticamente inteligente de Venezuela, ubicada en Caracas.
Correo electrónico: [email protected]
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