Los emprendedores: dos visiones, una sola realidad.
Para construir sueños anclados en la realidad los emprendedores deben poseer una serie de competencias y habilidades entre las que destacarían la capacidad de imaginarse historias y poder contarlas (van a tener que convencer a muchos en el camino), la de generar redes con otros individuos (conectividad necesaria para enlazar proveedores, socios y clientes en forma eficiente), la de obtener información (tanto externa a su emprendimiento (leyes, reglamentos y demás) como internas (competencia, productos preferidos, mercados, etc.)), la de negociar (todo el tiempo, en todas las etapas, con todos los relacionados), incluso la capacidad de poder discernir adecuadamente entre alternativas, además de contar con los conocimientos suficientes de gestión de proyectos y procesos.
Un corolario importante es que una sola persona no necesariamente deberá contar con todas estas características, pero si es positivo el armar equipos que cuenten en su seno con estas variadas y a veces disimiles competencias y habilidades. Sin embargo, y volviendo a los enfoques que resaltan las individualidades sobre el equipo, se ha llegado incluso a plantear que existirían tipos de personalidades (basadas en los Tipos Psicológicos de Jung) que serían preferibles sobre otros tipos, a la hora de tener o no mayores garantías de éxito en los emprendimientos que se adelanten.
Lo que suele suceder con frecuencia sin embargo, es que al tratar de analizar las características personales de emprendedores en particular, cada observador destaque algunas de ellas sobre las demás, llevando a imágenes que, aunque ciertas, no arrojan suficiente luz sobre el fenómeno que se trata de entender. Estas visiones desde perspectivas diferentes pueden incluso llevar a pensar que existen condiciones diferentes, o ambientes diferentes, que estimulan o favorecen características específicas de personalidad conducentes al éxito de los emprendimientos, cuando en realidad son las condiciones y características integrales las responsables finales del éxito o el fracaso de cada emprendimiento en particular.
Si aspiramos a que nuestras sociedades se llenen de emprendedores exitosos debemos intentar conocer todas estas condiciones positivas para el éxito de los emprendimientos, y tratar de difundirlas a través de la educación formal e informal, a efecto de promoverlas entre los candidatos interesados o que pudiesen interesarse, para poder así desarrollar racionalmente las capacidades emprendedoras de nuestros ciudadanos. Aferrarnos a visiones parciales de la realidad no es el camino correcto para lograr los grandes objetivos planteados.
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