La microsociología de los sistemas de conocimiento
En una nota reciente, hacíamos referencia a los sistemas de conocimiento y cómo se podían aplicar a la situación alimentaria venezolana. Mostramos que los componentes más resaltantes de un sistema de conocimiento se pueden visualizar como un pentágono que tendría en sus vértices los subsistemas de investigación, de educación superior, de profesionales, de innovación y de conocimiento local, interactuando estrechamente para aprehender el conocimiento requerido para la generación y evaluación de las políticas públicas. En esta ocasión quisiéramos referirnos a esa necesaria comunicación colaborativa que debe existir entre los subsistemas mencionados y en su interior, así como a los efectos que la cultura produce en la imagen del pentágono como consecuencia de la microsociología propia de cada situación en cada cultura. Esta variable es importante considerarla en iniciativas como la de InterConectados, orientada a movilizar conocimiento para el empoderamiento ciudadano utilizando el enorme potencial de las TIC.
La microsociología estudia los diversos tipos de relaciones sociales que se producen entre los miembros de una colectividad, y las distintas formas de integración de estos al conjunto de la sociedad, haciendo referencia específica a los estudios de comportamientos cotidianos o diarios y que se establecen en una relación cara a cara. Por ejemplo, las relaciones de los estudiantes con el profesor.
Estamos hablando de qué y cómo se comunican los integrantes de cada uno de los subsistemas, entre ellos y con los integrantes de otros subsistemas. Cómo se comunican los políticos entre sí y con los otros sectores, cómo se comunican los investigadores académicos entre sí y con los que no son como ellos, y así sucesivamente. Si partimos de estudios previos en nuestro medio que apuntan hacia nuestro bajo capital social, nuestra dificultad para trabajar en equipo y la utilización excesiva de la “atenuación” para el logro de acuerdos, podemos captar la importancia de esta microsociología que está detrás de muchos de nuestros fracasos a la hora de intentar conformar equipos colaborativos eficientes. Y un sistema de conocimiento, para que sea útil, debe funcionar como un equipo colaborativo eficiente, y ya sabemos que son las comunicaciones las principales responsables de la eficiencia de un equipo.
Mientras esperamos por esos estudios sobre la microsociología de los sistemas de conocimiento en nuestro medio cultural (aquí una referencia obligada a los estudios de la World Values Survey y su famoso mapa cultural del mundo), podemos mantener observaciones cuidadosas de las iniciativas que se puedan tomar para generar los mismos. Actividades como las recomendadas en el reciente seminario en la web (webinar, como se les dice en inglés) realizado por el grupo interesado en las implicaciones de la cuarta revolución industrial sobre los procesos de definición de políticas públicas, pudieran ser básicas; nos referimos a la acciones para generar seminarios y talleres sobre temas concretos donde los sistemas de conocimiento sean útiles (en estas notas nos hemos referido a la problemática alimentaria, pero los casos posibles de estudio abundan); o el análisis cuidadoso de sistemas de conocimiento específicos, como lo puede ser el de las redes de salud pública en una región dada, o a lo acontecido en el proceso de crear redes de sistemas de conocimiento que tengan como núcleo constituyente a las universidades de un país o región, serían casos interesantísimos de estudiar y cuyas experiencias pudieran facilitar iniciativas posteriores.
Al final siempre existirá el hecho cierto de que la generación de sistemas de conocimiento se mueve en escalas de tiempo diferentes a las requeridas por los procesos políticos, de allí la importancia de ir avanzando en aquellas para cuando sean requeridas por estas.
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