Movilizando Conocimiento para el Empoderamiento Ciudadano
El término Sociedad del Conocimiento, acuñado por Peter Drucker a finales del siglo pasado como consecuencia de la irrupción violenta en la sociedad de las herramientas TIC, y la percepción de que el conocimiento va más allá de la información, definiéndolo como “la interpretación de hechos dentro de un contexto, encaminado a alguna finalidad”, está siendo a su vez superado por una visión que entiende que estamos adentrándonos en una cuarta revolución industrial (Industria 4.0), uno de cuyos ejes principales es la coordinación cooperativa de todas las unidades productivas de la economía. Esta revolución presenta nuevas demandas a los sistemas de conocimiento, entendidos estos como la interacción entre la investigación, la innovación, la educación superior y el conocimiento profesional y ciudadano de manera de generar, ofrecer, demandar y utilizar conocimiento para apoyar el desarrollo de políticas públicas.
El uso incrementado de las herramientas TIC debería entonces facilitar la incorporación de los ciudadanos digitalizados en los procesos de levantar y discutir la información requerida para mejorar sus condiciones de vida e incidir a su vez en la toma de decisiones de aquellas políticas públicas que los afectan. Hablamos así de empoderar a los ciudadanos mediante la incorporación de las herramientas tecnológicas. Pero si las tecnologías van a ser herramientas, debemos generar culturas y valores adecuados para la tarea, lo cual nos obliga a conocer más y mejor los medios sociales donde se van a desarrollar esos sistemas de conocimiento. En el caso específico del medio latinoamericano enfrentamos el problema de la insularidad o feudalización de todo tipo de instancias, incluidas las académicas, que afecta negativamente la generación de los espacios interdisciplinarios requeridos para tratar problemas interrelacionados.
De lo anterior la importancia de adelantar acciones preparatorias para facilitar esa adopción de sistemas de conocimiento eficientes en nuestro medio. Por una parte debemos facilitar la digitalización de nuestra sociedad, digitalizando a los educadores. Por otra parte debemos incrementar el número de experimentos colaborativos en las ciencias sociales para la generación, interpretación y utilización de conocimiento, esto es para realizar investigaciones colaborativas que conlleven explícitamente a la implementación de sus resultados en la trama organizacional ciudadana. Y esto a su vez debe de ser impulsado por procesos de reingeniería organizacional en el seno de las propias universidades, que deberán transformar sus estructuras administrativas, creadas para otros momentos históricos, y para lo cual parte con fortalezas como las de la libertad de acción de sus miembros dentro del contexto de su conocimiento.
La formación de los investigadores que fungirán como líderes de los procesos de generación de conocimientos en lo social, integrados por equipos heterogéneos de investigadores, profesionales, ciudadanos y decisores, es un aspecto importante a resaltar y es requisito indispensable para vencer los problemas que conlleva la insularidad a la que hacíamos referencia y las diferentes dimensiones de la cultura que incrementan la dificultad de adelantar proyectos y negociaciones entre actores de diferentes culturas, pero imprescindibles a la hora de garantizar la inclusión de los diferentes intereses que se mueven alrededor de los principales problemas que enfrentan nuestras sociedades.
El conocimiento sigue siendo la única arma que genera desarrollo, por ello, generar y manejar eficientemente los sistemas de conocimiento exigidos por la cuarta revolución industrial se convierten en una nueva competencia a ser manejada por la universidad en su tarea de proporcionar los conocimientos requeridos por la sociedad.
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